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No es fácil ser el rey: Apple y la búsqueda de Prometeo.

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Apple mostró ayer al mundo que, hoy por hoy, son el poder. En su evento del 7 de mayo (2024) presentaron, entre otras cosas, sus nuevos modelos de iPad.

Y son francamente sorprendentes. Por primera vez anticipan el uso de un nuevo chip (el M4) en una tablet, antes que una computadora, mostrando su estrategia y la continua amalgamación de la ligera línea entre una MacBook y un iPad, aplastando la competencia con capacidades tecnológicas que sorprenden año con año.

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Así anunciaron esto.

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Apple hizo un 180, ¿no crees? Me explico.

Steve Jobs creó una empresa, y más que una empresa, una marca, bajo el arquetipo ideal subversivo. Del tipo empresarial que dice “started from the bottom now we here”, entendiendo y leyendo el zeitgeist del consumidor de los 90, adelantándose también, a los tiempos de la computadora personal y su impacto en el mundo. Internet, música y todo lo que vino después.

Apple se caracterizó no solo por ser ese pequeño rebelde, un Prometeo empresarial que le dio a la sociedad una forma de convivir con aquellas partes esenciales de la vida humana: comunicación, música y comunidad. Un culto al diseño del pasado (el diseño de siempre, prefiero nombrar), sembrado por Dieter Rams, llevado a las masas por Johnny Ive y Steve Jobs. Su intención y mensaje, siempre fue el darnos un voto de confianza de ser los creadores de nuestro tiempo. De darnos las herramientas necesarias para explotar nuestra creatividad e imaginación, todo esto con la posibilidad de cambiar al mundo.

Porque esa fue siempre la propuesta más básica de Apple: tú puedes cambiar al mundo.

Sin embargo, esto no lo hizo a costa de perder aquello que nos rodeaba en primer lugar. Apple aspiraba a que la MacBook fuera el nuevo lápiz. Una nueva guitarra. El crear un instrumento novedoso, que se adaptara a los nuevos tiempos que venían, tecnológicamente hablando.

Y para ello tuvo que aplastar el status quo. Sus viejos ideales y la falta de confianza en la persona común para cambiar al mundo. Aquellos “crazy ones”.

Es curioso que entonces ahora Apple eligió destruir ahora aquello amado por nosotros. No solo lo análogo en una primera lectura, sino lo táctil. Diciéndonos que solo necesitamos una característica (lo delgado) por sobre la experiencia que da el tocar un instrumento o el sentimiento del lápiz rasgando sobre el papel.

Apple destruye así, no solo los medios de creación más emblemáticos de la condición humana, contrariando su mensaje de siempre, sino que no nos dio una alternativa a ello. Se regocijó en su lugar de rey, aplastando ahora lo que considera obsoleto, por un objeto que, curiosamente, es el más criticado de la empresa por su lugar en la productividad -y por ende creación- humana.

El rey

Yo no siento que Apple esté traicionando su esencia por una mala comprensión creativa. Apple está muy por encima de ello.

Apple está fallando porque no sabe ser rey.

Hace 50 años, Apple eligió romper una pantalla para romper el status quo. Derrocar al rey para dar espacio a una nueva era que daba herramientas a la persona común, al trabajador común, para enaltecer al mundo a través de sus creaciones. Ese siempre ha sido el mensaje de Apple: ser la nave que te permite crear. Arquetípicamente, Apple se ve más como el vessel de la creación humana que una marca a la HP o IBM, que intenta ser aquel sabio que te guía en el camino.

Y Apple se ha regocijado en su creación. Se sabe dueño del sector, y al no tener quién le recuerde su lugar como Prometeo, ha tirado el fuego por un encendedor. El cuento de amplificar, no erradicar, aquello que nos hace humanos. De lo orgánico y la X que se encuentra entre el arte y la tecnología, porque Jobs nos propuso que podían ser (y son) uno mismo.

Se olvidó que Dieter Rams imbuyó en sus diseños espacios llenos de vida, de zurcos y espacios, de formas y sensaciones. No solo se veía bien, sino que se sentía bien. Al tacto podíamos inferir, de manera burda, cómo estaban hechos y su valor intrínseco como obras espectaculares del diseño. Apple ha reducido esto a una carrera por la delgadez. Delgadez que nadie ha pedido desde hace mucho tiempo.

En un momento donde el mundo, especialmente el mundo tech, está sobrellevando cambios complicados, Apple tenía todo para recordarnos el color de la vida. La sensibilidad de recordarnos que este objeto abre el mundo, un nuevo mundo si así lo deseamos, no que destruye aquello que nos queda, ahora, en un mundo digital, poco táctil.


Varias personas en Twitter tuvieron la idea inmediata de que el comercial sería muy distinto -y hasta bueno- de hacerlo al revés, es decir, permitiendo que todos estos objetos salieran del iPad, emulando la posibilidad de tenerlos al tener el iPad, viéndose así.

El problema no es que sea tan sencillo como una idea mal lograda. Lo feo aquí, es que Apple no sabe ser el rey. Le cuesta entender su lugar en el mundo ahora que este no ha sabido transformar ese ideal rebelde y “bueno”, a la John Snow, que al terminar el Juego de Tronos, se retira de nuevo más allá del norte, puesto que ya no entiende la vida de otra forma. No quería ser el príncipe prometido.

Pero siendo francos, a él no le importaba. No hay arquetipo más sonado que el rey que no supo serlo, porque gobernar no es lo mismo que ser revolucionario.

Ir de 0 a 1 suele ser lo más difícil (como bien lo plantea Peter Thiel en su libro, “Zero to one”), pero avanzar del 1 en adelante, tiene una problemática muy diferente. Jobs sabía que Cook era el hombre ideal para ello, sin embargo, siempre hemos tenido la duda si Apple no estaría sacrificando su esencia por el aplastante éxito económico de la última década.

Y no es un tema cultural “woke”. El público japonés ha sido especialmente afectado por el anuncio:

¿Ahora quién?

Apple es ahora la pantalla rota de 1984. Lo monocromático, hegemónico (lo delgado) y lúgubre, que destruye planamente aquello que es colorido, vibrante y, sobre todo, humano. A las pantallas les llegó su momento de postmodernidad y Apple no entiende ahora entonces de prioridades. Apple está perdiendo la conexión con aquello que es realmente importante para la persona promedio. Y esto es especialmente preocupante con el invierno en puerta de las AI y cómo cambiarán el mundo la próxima década.

Apple, después de varios escándalos sobre ser un monopolio, su cruzada contra Epic Games o 37 signals, la App Store y más, su mensaje ha sido el de aplastar a la competencia.

“No necesitas un instrumento, necesitas un iPad”.

El rey, como los malos reyes, destruye las posibilidades de a quien gobierna. Y eventualmente, como todos aquellos malos gobernados, estos se sublevarán y decidirán que el rey ya no debe serlo.

Si Apple no logra ser rey, es problema de ellos.

El problema para nosotros, como sociedad, es que hoy por hoy no tenemos un nuevo Jobs.

Y sin Jobs, no hay Prometeo.

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